Antes eran personas ahora son costes

No hay legitimidad social para la organización empresarial articulada solo entorno a unos criterios económicos. El ser humano como mero instrumento para conseguir recursos financieros le ha restado esta legitimidad. La crisis económica no tiene que servir como justificante para quitarse “problemas de personal”. Hemos estado flotando porque había un mercado que explotar y las cuentas al fin nos daban la razón. Ahora en un periodo de crisis y recesión quien antes podia equivocarse ahora no lo puede hacer. Tener colaboradores no significa solo tener “personal”, significa tener responsabilidad social hacia ellos y sus núcleos familiares que al fin de todo consumen nuestros productos. Despedir gente en esto momento parece ser el remedio a cualquier cosa. Es suficiente pontificar sobre la crisis o hablar de problemas de contratas y liquidez para poder disminuir las presiones.modern-office

El error esta en otra parte. El modelo tradicional de trabajo ya no vale. Lo sistemas de protección social que los empresarios siempre han visto como un lastre para su crecimiento ahora vienen muy cómodos a todos.

Es el momento de un giro radical hacia nuevas filosofías empresariales, porque las sociedades modernas son economías organizacionales y no un mercado. La generación de valor colectivo se produce a través de organizaciones que implican personas en una acción colectiva, con unas motivaciones y actuaciones coherentes con un propósito o misión.

Somos testigos de un proceso de cambio en el modelo de liderazgo y dirección de empresas. Estamos pasando de las tres “S” (Strategy – Structures – Systems) a las tres “P” (Propósito, Procesos y Personas).

Reivindicamo la legitimidad de la empresa emergente y su importante papel como organización integradora, como agente principal de orientación humanística y bienestar social. Es la única forma para que la empresa realice su verdadero propósito y reciba de la sociedad la legitimidad social que le corresponde.


¿Antes “Valor” ahora “Precio”?

De la década de los 80 no se hablaba de precio como valor diferenciador, siempre se ha dicho en todo foro y en toda partes que las empresas tienen que generar un valor para el cliente. Se llego incluso en hablar de experiencia del cliente. Reivendicamos este valor en un momento donde “la crisis” hace perder los papeles y seguir los caminos mas fáciles. Seguimos pensando que es el servicio lo que tiene que diferenciar un producto de otro. Seguimos pensando que aun es posible pagar por este servicio.

¿Ya no queremos innovación?

Esta crisis nos hace volver a mirar las cuentas de resultados de nuestra empresas. Como los enumeradores no incrementan es mas simple trabajar los denominadores y esto quiere decir reducción de coste. Ya no se le encuentra la utilidad a muchas cosas asi si empezamos a renunciar a la promoción a la innovación renunciamo de facto a ser empresarios innovadores. Hay un momento para mirar solo al beneficio y otro para poder renunciar a ello. Pero nunca debemos renunciar a nuestro ADN de empresarios.

La característica de ser empresa innovadora se presenta como una mera cuestión de supervivencia para el futuro de las organizaciones de nuestro entorno.