Einstein y la Crisis: “Sin crisis no hay viento, sólo brisa ligera”

Estamos en un entorno inestable, hemos estado pasándolo bien un rato. Pero las cosas han cambiado tenemos que movernos de la zona de la comodidad a la zona de inquietud. Debemos entender que hay nuevos paradigmas y nuevas formas de ver las cosas. Tenemos que actuar y dejar de lloriquear en el recuerdo de que bonito era esto antes, de que cómodo era tener un sueldo fijo a final de mes, que cómodo era comprarse lo que no podíamos permitirnos, la crisis nos ha librado de muchas esclavitudes y como decía Einstein la única crisis e la crisis de la incompetencia. Incompetencia laboral, ética y política y el fracaso del sistema entendido como “yo existo, gasto y pretendo”.

Leer hoy esta palabras escrita en 1934 nos tiene que hacer reflexionar aun más y entender que siempre habrá una crisis hasta que no sepamos adaptarnos al nuevo entorno y sepamos leer el sistema complejo que es la sociedad moderna.

Quién le da la culpa a la crisis sus fracasos y dificultades, arremete en contra su propio talento y da más valor a las soluciones que a los problemas. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia

El problema de las personas y los países es la pereza en el intento soluciones y salidas. No olvidemos que sin crisis no hay desafíos. Sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. sin crisis no hay sustancia. En la crisis surge lo mejor de cada uno, porque sin crisis no hay viento, sólo brisa ligera.

¡Qué extraña suerte la de nosotros los mortales! Estamos aquí por un breve período; no sabemos con qué propósito, aunque a veces creemos percibirlo. Pero no hace falta reflexionar mucho para saber, en contacto con la realidad cotidiana, que uno existe para otras personas: en primer lugar para aquellos de cuyas sonrisas y de cuyo bienestar depende totalmente nuestra propia felicidad, y luego, para los muchos, para nosotros desconocidos, a cuyos destinos estamos ligados por lazos de afinidad.”

Me recuerdo a mí mismo cien veces al día que mi vida interior y mi vida exterior se apoyan en los trabajos de otros hombres, vivos y muertos, y que debo esforzarme para dar en la misma medida en que he recibido y aún sigo recibiendo. Me atrae profundamente la vida frugal y suelo tener la agobiante certeza de que acaparo una cuantía indebida del trabajo de mis semejantes. Las diferencias de clase me parecen injustificadas y, en último término, basadas en la fuerza. Creo también que es bueno para todos, física y mentalmente, llevar una vida sencilla y modesta.

No creo en absoluto en la libertad humana en el sentido filosófico.”

Todos actuamos no sólo bajo presión externa sino también en función de la necesidad interna. La frase de Schopenhauer “Un hombre puede hacer lo que quiera, pero no querer lo que quiera”, ha sido un constante consuelo en las penalidades de mi vida, en la mía y de las de los demás, y un manantial inagotable de tolerancia. El comprender esto mitiga, por suerte, ese sentido de la responsabilidad que fácilmente puede llegar a ser paralizante, y nos impide tomarnos a nosotros y tomar a los demás excesivamente en serio; conduce a un enfoque de la vida que, en concreto, da al humor el puesto que se merece.”

Siempre me ha parecido absurdo, desde un punto de vista objetivo, buscar el significado o el objeto de nuestra propia existencia o de la de todas las criaturas. Y, sin embargo, todos tenemos ciertos ideales que determinan la dirección de nuestros esfuerzos y nuestros juicios. En tal sentido, nunca he perseguido la comodidad y la felicidad como fines en sí mismos… llamo a este