Uno de los más trágicos eventos que le puede ocurrir a una empresa y a su dueño es que ésta llegue al fracaso. Esto no sólo representa una pérdida y la probable ruina del empresario, sino que le produce muchas consecuencias en cuanto a la sociedad, el desempleo, etc. Además, el impacto psicológico que esta derrota implica para el empresario puede afectarle de manera tal que no quiera volver a comenzar. La posibilidad del fracaso está siempre presente en todo tipo de empresa; pero es la pequeña empresa la que sufre el fracaso más pronunciado. Hay una estadística que dice que la vida media de una SL en España es de 5 años y en la mayoría de los casos se acaba con una suspensión de pagos o incluso con un quiebre.