Yo no quiero crecer. Quiero decrecer.
“Es mejor caminar solo que junto a un montón de gente que va en la dirección equivocada” (Diane Grant)
El decrecimiento propone vivir mejor con menos.
Su teórico más influyente, Serge Latouche, resume en 8 «erres” la vía maestra al decrecimiento: revaluar, reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar, reducir, reutilizar y reciclar.
Esto significa una transformación profunda de nuestra sociedad y nadie esta preparado a esto. Nadie entiende que tiene que perder algún que otro derecho, alguna que otra comodidad.
Sobre el empleo, es cierto que este cambio no es sencillo explicar. Se trata de romper en primer lugar con las ataduras psicológicas que nos impone el sistema. La que yo llamo la esclavitud de la nomina, la seguridad de tener una vida de buen consumidor, la seguridad de poder acceder al crédito, la seguridad de ser un engranaje mas del sistema el mismo engranaje que el sistema escupirá en el momento en que ya no seamos un activo, ya no seamos un mercado.
El sistema nos enseña que la felicidad se mide en función de nuestro nivel de consumo, o de nuestro consumo potencial conceptualizado en el número de ceros de nuestra cuenta corriente.
Revaluar es dotarnos de nuevos valores. Revaluar es dar peso a las cosas que importan verdaderamente y en esto tenemos un solo enemigo: el mismo sistema.
La necesidad de consumir compulsivamente nos lleva a necesitar cada vez más ingresos. Debemos empujar con más fuerza de trabajo a la venta, en condiciones cada vez más precarias. Sentirnos afortunados por poder consumir y acceder al crédito.
Reducir, Reutilizar y Reestructurar nuevos paradigmas y nuevos objetos. El hombre moderno dedica 4 de cada 10 años a pagarse el coche. O peor aun una buena parte del beneficio de una empresa se destina a pagar los coches de sus directivos u empleados. Rompiendo esta adicción al consumismo sin control y se reducen las necesidades superfluas, igual nos damos cuentas que se pueden aprovechar bienes útiles. Así será más fácil avanzar en el reparto del trabajo. Trabajar menos horas incluso cobrando menos.
Lo lamentable es que la globalización tiene una lectura diferente de todo esto. Así aprovechamos la logística para construir cosas donde cuesta meno. Olvidándonos que estos trabajadores ya no competitivos son a su vez consumidores de nuestro mismos productos. Perdemos trabajadores, perdemos mercado, perdemos clientes.
Deberíamos volver a pensar de forma local y no global. ¿Porque tengo que comprar espárragos que vienen de perú, siendo España país productor de este manjar? ¿Porque quiero melocotones fuera de temporada?
Se debería poner un impuesto ecológico “quantos mas lejos mas caro”, esto permitiría de igualar los precios y quizá tendría sentido volver a producir en la misma Europa.
Crear Local Market en contraposición a los Super Market donde se pueda encontrar solo producto de temporada proveniente de un radio de unos 100 km máximo. Quizá no comería naranjas, kiwi, melones, melocotones, pero si comería manzanas y otros producto de mi tierra, dando la posibilidad al sector primario de volver a ser rentable. Evitando la despoblacion, evitando la desertificacion, evitando de dar de comer al señor Lecrerc y al señor Carrefour.
Desde el libro «Downshifting, Decrecimiento y Empresa Desestructurada» di Michele Iurillo (C)