Según James C. Worthy[1], quien escribió un artículo titulado «¿Quién fracasa y por qué?», las causas del fracaso son las siguientes:
- La persona que no reconoce que ya no puede trabajar y debe retirarse.
- El caso de negocios familiares en los cuales el padre no delega en sus hijos una vez que ellos están en posición de asumir el liderazgo. O donde los padres piensan como lo mejor para la empresa meter de lleno sus hijos en el negocio cuando estos no están preparados ni motivados.
- El mito de que uno es «indispensable».
- El usar el pasado como una introducción al futuro.
- Falta de capital o subcapitalización
- No aplicación por parte de la gerencia en las cosas básicas relativas a la planificación, presupuestos, control, etc. (Gestión aproximativa)
- Falta de visión estratégica a medio largo plazo y falta de visión operativa a corto plazo.
Otros estudios y artículos revelan que otra de las causas del fracaso es la falta de experiencia y conocimiento del empresario. Muchos economistas ponen énfasis en que el futuro de la pequeña empresa no solo depende del capital, sino, del asesoramiento técnico por parte del gobierno a través de agencias especializadas.
En un estudio publicado en 1961 se identificó las siguientes causas del fracaso de las empresas y lo que más llama la atención es que podría haberse escrito en el 2008:
- Capital inadecuado o mala estructuración financiera
- Exceso de gastos en relación a la facturación
- Reacción de la competencia y falta de adaptabilidad al entorno.
- Errores de organización.
- Falta de experiencia por parte de los accionistas.
- Control de gestión nulo o inadecuado.
- No valoración del inventario
- Mala gestión de los créditos.
Falta de experiencia de la propiedad
El fracaso final de la empresa puede ser atribuido a una serie de factores tales como la deficiencia de la propiedad, defectos de la personalidad y ausencia de perseverancia una vez comienzan las dificultades. Algunos empresarios carecen de uno de estos factores y otros pueden tenerlos, pero no los ponen en práctica.
Es un error el creer que uno podrá aprender lo que no sabe en su propio negocio. Intentar hacerlo resulta muy costoso y a la larga puede resultar fatal. Del otro lado rodearse de personas implica una gestión del conocimiento y una continua labor de comunicación interna (competencias conversacionales).
Una adecuada experiencia en las áreas de financiera, marketing y administración no es motivo suficiente para que los accionistas estén lo suficientemente preparados para hacer frente a los problemas que surgirán en el futuro. El nuevo empresario emergente tiene que aprender a vivir constantemente con la «crisis». La crisis es una oportunidad no un amenaza. La crisis permite que las personas no se acomoden y que hagan funcionar una parte más grande del cerebro: aquella dedicada a la estrategia.
Subcapitalización o erosión del capital por parte de gastos «imprevistos»
En la mayoría de los casos se crea una empresa sin tener una suficiente estructura financiera se piensa en utilizar el mínimo capital permitido por la ley y acudir a las entidades financieras para pólizas y otros instrumentos. Además para eludir las tasaciones se «arreglan» las cuentas resultados de los primeros ejercicios de la empresa para que salga el mínimo beneficio.
Si es verdad que el Banco es un proveedor como otro es verdad también que es un proveedor exigente y puede siempre cambiar su política debido a circunstancias que no coinciden con las dinámicas de la empresa.
Un empresario que se encuentre en circunstancias difíciles, no tenga capital reservado y que ya haya consumido todas las oportunidades de pedir dinero prestado verá como el impulso inicial que la empresa ha generado empieza a disminuir.
La falta de liquidez se origina porque no existe una buena sincronización entre el efectivo que sale de la empresa y el que entra. Porque no hay un control sobre los gastos de empresa. ¿Cuanto cuestan comidas con clientes, viajes, caprichos empresariales de la propiedad o de sus ejecutivos?
El crédito, un cáncer para las empresas poco eficientes
La extensión de crédito por parte de la pequeña empresa a sus clientes es una de las razones que le permite a la firma atraer clientela adicional y mantenerse en operaciones.
Desafortunadamente en numerosas ocasiones, la propiedad o los responsables administrativos de la empresa, debido a muchas responsabilidades, no prestan atención y cometen dos tipos de errores comunes.
- Dar créditos no certificados sin asignar un riesgo al cliente o al grupo de clientes
- Dar créditos excesivos a aquellas empresas que cualifican para un crédito menor.
En algunos casos no se estructuran contratos mercantiles ni otros instrumentos de seguridad para la cobertura del riesgo. Se confía porque la visión reduccionista te lleva a «facturar como sea» sin darte cuenta realmente si tiene sentido el trabajo y si tiene seguridad contra el riesgo el cliente.
Debido a estos errores, las pérdidas de la empresa pueden llegar a ser grandes. La empresa puede llegar a la quiebra si el dinero que representan las cuentas por cobrar no llega a sus manos. Tener créditos en la cuenta resultado puede ser beneficioso a la hora de representar capitalización pero las entidades financieras ahora razonan de otra forma (Basilea II[2]) para: ¿cuanto vale el crédito? Cuanta facturación es necesario producir para cubrir la liquidez del crédito expuesto?
[1] James C. Worthy periodista y economista estadounidense
[2] Basilea II es el segundo de los Acuerdos de Basilea. Dichos acuerdos consisten en recomendaciones sobre la legislación y regulación bancaria y son emitidos por el Comité de supervisión bancaria de Basilea. El propósito de Basilea II, publicado inicialmente en Junio de 2004, es la creación de un standard internacional que sirva de referencia a los reguladores bancarios, con objeto de establecer los requerimientos de capital necesarios, para asegurar la protección de las entidades frente a los riesgos financieros y operativos.