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La agricultura vertical y las granjas urbanas nos sirven… ¡ya!

Cada vez que veo en las autopistas los escasos camiones que circulan en estos dias de crisis me hago preguntas ¿Cuesta más cultivar algo o transportarlo?, a parte una mera visión económica me interesa lo que supone para el planeta tener que generar CO2 para transportar comida. ¿Cuanto petroleo tengo que quemar para comer una ensalada? ¿Que margen queda a los agricultores que son realmente unos héroes? Estamos pasando de una economía consumista a una economía nutricio-sostenible, todo esto pasa cada vez que entramos en un comercio y notamos que los precios suben sin parar y tenemos siempre meno dinero para nutrirnos. ¿La culpa? De todos y de nadie, culpan el calientamiento global por haber arrasado por ejemplo el trigo en Rusia, culpan los gobiernos por haber mantenido ayudas a la producción insostenibles, culpan a nuestros habitos alimentarios sin normas, culpan a la agricultura intensiva.. Quiza deberiamos todos parar a reflexionar un poco.

Jim Rogers por ejemplo, va más allá del factor meteorológico ya que en su opinión, los precios de las materias primas simplemente están demasiado bajos y van a seguir subiendo todavía más. «Vamos a tener precios muchos, mucho más altos a lo largo de los próximos años«, manifestó el co-fundador del Quantum Fund.

Como siempre todo depende del enfoque ya que si ganas 20 euros a la hora, los altos precios acabarán afectando a tu bolsillo. Si ganas 20 euros al mes, esta subida de precios puede marcar la diferencia entre comer o no.

El desafió del siglo

El verdadero desafío del siglo es la capacidad de controlar precio de la comida, especialmente las que se llaman “Commodity Alimentarias” (por ejemplo, los productos básicos como el trigo, el maíz o el azúcar) en los próximos cincuenta años.

Esto es tan importante que puede suponer una revolución planetaria. Gary Lawrence, director de sostenibilidad y vicepresidente de AECOM Technology Corp., los EE.UU. gigante de múltiples servicios públicos, afirma en su blog: «Desde la Revolución Francesa, la Revolución Rusa, los Estados Unidos, el costo de los alimentos ha sido el catalizador para el cambio y no puede ser ignorado la destrucción de la cosecha de trigo en Rusia en 2010 y el aumento posterior de los precios de los alimentos en Egipto, han contribuido a desencadenar los acontecimientos que ahora se conoce como la primavera árabe«. En economia tan globalizada cualquier movimiento del sistema afecta a otras partes, y acabará afectando nuestro bolsillo y nuestras conductas alimentarias.

En España los «revolucionarios de fin de semana» no hablan de esto, se indignan pero siguen haciendo fotos con sus IPhones reivendicando tarifas más sociales para sus cacharritos electronicos. Como he dicho muchas veces 100 lamentaciones no hacen una propuesta. Quizá seria mejor gastar el tiempo en algo pro-positivo y dejar de subir fotos a Instagram.

Los productos de electrónica cuestan siempre menos, la comida siempre más, no se valora lo que compramos y por estos mecanismos absurdo cuesta más comprar una bicicleta made in Cina a 89€ que arreglar tu bici de siempre. Al final la elección es desechar lo que tenemos sin darse cuenta de lo que supone para nuestro planeta seguir llenándolo de basura. Además la bicicleta hecha en China supone CO2 por su fabricación, CO2 por su transporte y muchas veces es un producto de baja calidad, que quita puestos de trabajos a empresas locales. Pero el bolsillo es el rey.

No hace falta tener el “Síndrome de Diogenes” para enterarse que desechamos productos por pereza o por las presiones del sistemas que esta pensando continuamente en nuevos productos para que podamos consumirlos. No se detectan necesidades, se crean y nuestro cerebros se usa siempre menos por la felicidad del sistema que nos quiere consumidores compulsivos.

El resultado es un empobrecimiento continuo, ahora ya se ven los grandes coches de lujo dentro de los discount. Comer cuesta siempre más y comemos cosas siempre meno saludables. Parece que alguien empieza a darse cuenta, que nos es posible que un jamón serrano cueste 3€ al KG a meno que sea de un animal diferente del Cerdo.

Soluciones…

¿Cuáles son las soluciones? Por ejemplo, según Lawrence, “Debemos avanzar hacia la auto-producción con los jardines de la ciudad y granjas urbanas. ¿Por qué hay, en las grandes ciudades, que consume el planeta en términos de emisiones de agua, la energía y el CO2. Y es a partir de las áreas metropolitanas donde debe comenzar a mantenerse el equilibrio nutricional del planeta, un equilibrio que ya desgastado, pero que puede incluso descargar sus efectos en los países occidentales, que se sienten seguros”; Las ciudades son grandes consumidoras de agua y energía y generar el ‘80% de las emisiones de CO2 en el mundo la mayor parte de estas emisiones son atribuibles al transporte de mercancías necesarias para las mismas ciudades. En 2030, el 60% de la población mundial vivirá en ciudades. Hay que encontrar una manera más eficiente para alimentar a nuestras poblaciones urbanas que tratan cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria.

 Granjas Urbanas

Ejemplos hay en el medio del mundo: Desde Nueva York hasta El Cairo, a través de Toronto. El gurú de la agricultura vertical en la universidad de los EE.UU. Columbia, Dickson Despommier, por ejemplo, argumenta que treinta jardines de este tipo sería suficiente para alimentar el corazón de Manhattan.

Proyectos quizá más o menos utópicos, lo cierto es que el acceso a la alimentación simple para todos está destinada a terminar en unos pocos años, de acuerdo con la inseguridad. Un informe científico publicado el año pasado por la FAO, declara que la volatilidad y el alza de los precios de las materias primas seguirán sin cesar. Otro informe titulado El Futuro de la Alimentación y agricultura: retos y opciones para la sostenibilidad global publicado en Reino Unido habla de números que nos tienen que hacer reflexionar mucho. Por ejemplo, para alimentar a los 9,2 millones de personas en la agricultura debe intensificarse entre el 70 y el 100% de los niveles actuales hay áreas que pueden consumir ya el 70% de los recursos hídricos disponibles.

La «agricultura difusa» para la autosuficiencia por lo tanto sirve no sólo para luchar contra la contaminación, sino para asegurar, en el verdadero sentido de la palabra, un futuro de alimentos: «Si los modelos climáticos son exactos no habrá un punto de inflexión alrededor del año 2030, cuando nuestra tierras agrícolas, comenzarán a desaparecer a un ritmo muy alto.”. En esto escenario y con lo que esta pasando en esto momento en el viejo occidente los pocos recursos alimentarios irán al mejor postor.. y lo penoso es que es muy probable que no seamos los Europeos el destino de estos escasos recursos.

(CC) Desde el Libro «Downshifting, Decrecimiento y Empresa Desestructurada» de Michele Iurillo